El color

Un color tiene muchas caras: la relatividad del color
Imaginemos que tenemos tres cacharros con agua, de izquierda a derecha: Caliente, Templada, Fría.Al meter primero las manos en los recipientes de los extremos, se sienten, se experimentan, se perciben, dos temperaturas diferentes: Caliente y Fría.Metiendo después ambas manos en el recipiente del medio, de nuevo se perciben dos temperaturas diferentes, pero esta vez en el orden inverso: Fría, Caliente; aunque el agua no está a ninguna de estas temperaturas, sino a otra, concreta mente: Templada.Con lo cual experimentamos una discrepancia entre hecho físico y efecto psíquico llamada, en este caso, ilusión háptica (sentido del tacto).Del mismo modo, también las ilusiones ópticas nos engañan.Así, en composiciones comparativas a cerca de un tema específico, se disponen colores, los cuales revelan un color influyente y un color influido. Se descubre que ciertos colores se resisten a cambiar, en tanto que otros son más susceptibles al cambio.Un segundo análisis, nos revela que hay dos clases de influencias modificantes que operan en dos direcciones, la luminosidad de una parte y la tonalidad de otra.
Más claro y/o más oscuro: intensidad luminosa, luminosidad El que no sea capaz de distinguir la diferencia entre una nota más alta y otra más baja, probablemente no debería hacer música.Si se aplicara una conclusión paralela al color, casi todo el mundo resultaría incompetente para su utilización correcta. Son muy pocas las personas capaces de distinguir una intensidad luminosa alta de una baja entre tonalidades diferentes.
Aclaramos aquí, que para una correcta comprensión y aplicación de las afirmaciones anteriores, debería estudiarse el libro en su totalidad. Esta es sólo una aproximación a sus temáticas y por ende no puede proporcionarnos datos y conclusiones acabadas concretas.
Extraído de La interacción del color de Josef Albers, Alianza Editorial, Madrid 1979.