Templos y nieve


A través de la ventana, vemos caer algodón blanquísimo, suave y esponjoso. Poco a poco se van cubriendo las calles, los tejados, los árboles.... El deseo de salir es inmediato. Queremos tocarla, inmpregnarnos de ella, rebozarnos en ella, y aunque al tacto es fría, nos produce calor. El calor de la risa del juego, el calor de la emoción que nos produce....
Si obsevamos los copos de nieve al caer, descubrimos como refleja la luz en ellos, dejando al descubierto formas imaginarias en todo lo que toda, y a través de ella se difumina el paisaje y la mente vuela.
Estas láminas son el producto del juego con la nieve en mi cerebro, de lo que la mente sueña despierta.

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